Consigue el Trabajo de tus Sueños
Carreras que te ayudan a pasar de la intención a la acción
manos en blanco y negro

Noemí Milagros Gómez (Venezuela)

Es común ver a Latinoamérica como una de las zonas más violentas a nivel mundial. Altos índices delictivos, precarias condiciones y planes de seguridad, indeseables centros penitenciarios, donde reina la ley del más fuerte y la ley formal pareciera diluirse en la realidad. De este contexto, nace y vive un venezolano que no escapó de la violencia y la delincuencia, sino que se unió a ella por varios años, siendo uno de los más buscados por la justicia venezolana pocos años atrás.

Hablamos de Vladimir Ramírez, un hombre, que como muchos latinoamericanos vivió al margen de la Ley, bien por necesidad o bien por pensar que no existía otra opción. Durante muchos años, este hombre pudo haber causado mucho daño, tanto a terceros como a sí mismo, tanto por sus actos delictivos como por el ejemplo negativo que inculcó en su familia. Pero a pesar de este mal, y tras pasar muchos años en la cárcel, Vladimir hizo algo que muy pocos en Latinoamérica pudieran pensar que es posible: apostar por la redención, apostar por un cambio, no sólo personal sino social.

Vladimir Ramírez, actualmente es reconocido en Venezuela por ser un personaje que cree en la reinserción social de los privados de libertad y lucha por ello en una Organización no Gubernamental, de la mano de su fundador Gilber Caro (ex presidiario igualmente), llamada “Dale la mano a tu par”, la cual promueve la concientización acerca de los presos de Venezuela y aboga por su reinserción social, pero una reinserción verdadera la cual es promovida por sus integrantes como Vladimir a través de su propio ejemplo de vida. Dicha ONG busca promover actividades recreativas para los hijos de los presidiarios, educativas para todo aquél relacionado con el sistema penitenciario venezolano y charlas en diversos sectores (comunidades necesitadas, escuelas públicas, universidades) y en todo sector que permita expandir la iniciativa.

Es cierto que Vladimir pudo haber causado mucho daño en una oportunidad, pero a pesar de ello, tuvo la gallardía de considerar que puede haber un país mejor y que él pudiera ser ese agente de cambio a través de su ejemplo y apoyo a un sector tan vulnerable como lo es el sector penitenciario. Vladimir no sólo apostó por la redención, sino que además apostó por el cambio y apoyo que necesitan aquellas personas a las que muchas veces se les da la espalda, los privados de libertad pero recordemos, no privados de dignidad.

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